lunes, 15 de noviembre de 2010

La extinción de las especies

En biología y ecología, extinción es la desaparición de todos los miembros de una especie. Se considera extinta a una especie a partir del instante en que muere el último individuo de ésta. En el caso de especies que se reproducen sexualmente, la extinción es generalmente inevitable cuando sólo queda un individuo de la especie, o únicamente individuos del mismo sexo.

Normalmente, una especie se extingue dentro de los primeros 10 millones de años posteriores a su primera aparición, aunque algunas especies, denominadas fósiles vivientes, sobreviven prácticamente sin cambios durante cientos de millones de años. La extinción es histórica y usualmente un fenómeno natural. Se estima que cerca de un 99,9% de todas las especies que alguna vez existieron están actualmente extintas.

Antes de la dispersión de los humanos a través del planeta, la extinción generalmente ocurría en continuo bajo índice y las extinciones masivas eran eventos relativamente raros. Pero aproximadamente 100.000 años atrás, y en coincidencia con el aumento de la población y la distribución geográfica de los humanos, las extinciones se han incrementado a niveles no vistos antes desde la extinción masiva del Cretácico-Terciario. A esto se le conoce como la extinción masiva del Holoceno y se estima que para el año 2100 la cantidad de especies extintas podría alcanzar altos índices, incluso la mitad de todas las especies que existen actualmente.

Un aspecto importante de la extinción en la actualidad son los intentos del ser humano de preservar a las especies que corren el peligro de extinguirse, lo que se refleja en la creación del estado de conservación "Extinto en Estado Silvestre" (EW). A las especies listadas bajo este estatus de la Lista Roja elaborada por la UICN no se les conoce especímenes vivos en estado salvaje o natural y los únicos ejemplares existentes son mantenidos en zoológicos u otros ambientes artificiales. Algunas de estas especies están extintas funcionalmente, debido a que ya no forman parte de su hábitat natural y es poco probable que sean reintegradas a la naturaleza. Algunas instituciones intentan mantener una población viable para las especies que puedan reintroducirse a su estado natural mediante programas de crianza cuidadosamente planificados.


La extinción de una especie puede provocar un efecto en cadena en su hábitat natural, causando la extinción de otras especies del mismo. A esto también se le denomina "cadenas de extinción".

En la actualidad, muchas organizaciones ambientalistas y gobiernos se preocupan por la extinción de especies debido a la intervención humana y velan por su prevención. Entre las causas artificiales de la extinción está la caza, la contaminación, la destrucción de su hábitat, la introducción de nuevos depredadores, entre otras.


El lobo gris de Norteamérica existía antes desde México hasta Canadá, y desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico. Debido a medidas de conservación, sus poblaciones se han recuperado, especialmente en las Montañas Rocallosas. Pero todavía no ha alcanzado un nivel poblacional que le permita sobrevivir sin la protección permanente.
 

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